domingo, 12 de marzo de 2017

Mujer de verdad

Siempre escuché que las mujeres maduraban más pronto que los hombres. Jamás lo creí, al menos eso creí que creía. Por alguna razón, sin haber tenido detonador alguno, foto u experiencia alguna, recordé hace poco a la niña que me cautivó durante mi niñez. Era la de mejores calificaciones del salón. Al recapitular los recuerdos, un tanto hirientes pero reveladores, pude constatar que realmente ha sido mi modelo al juzgar a las mujeres, por supuesto, además de otras figuras familiares, mi madre, una muy evidente y trillada, pero que en mi caso sí fue digno.

Al haber sido yo siempre rebelde y de malas calificaciones, siempre me sentí impropio para con aquella niña. Pero los mecanismos de defensa de mi autoestima en cierta forma procuraron culparla a ella y olvidé conscientemente mucho, aunque no subconscientemente.

Ahora en retrospectiva, la razón por la que he considerado falacias muchas de las ventajas que atribuyen a las mujeres son porque el modelo que desde muy joven se formó en mi mente sobre lo que una mujer debe ser fue bastante alto, inteligente, de buenos modales, simpática y alegre, autónoma, de valores arraigados. Recuerdo en particular dos vivencias. En una ocasión me recriminó por maltratar a un árbol, "porque los árboles también sienten". La segunda fue una decisión muy difícil que ella tomó y que implicaba echarse encima a todo el grupo de la escuela. Recuerdo claramente que yo no compartí su postura, pero la felicité por la valentía de oponerse.

Un sentimiento de traición hacia mí mismo me ha invadido cada vez que pienso en conformarme con la amistad de una mujer (y persona en general) poco empática, poco valiente, o que no sea sumamente inteligente. La manipulación de algunas y la presión social no fueron suficientemente fuertes en mi edad de mayor vulnerabilidad de carácter. Le agradezco a aquella niña por establecerme estándares altos para juzgar a las personas, considero más nociva la actitud conformista de las mujeres que por su género y no por sus virtudes reales, pretenden atribuirse dones que por el mismo conformismo no están desarrollando. Ésta postura podría nuevamente ser un mecanismo de autodefensa, podría ser un razonamiento sincero o podría tener mezcla de ambas, realmente sólo importa si ayuda a inspirar a las personas únicas que vagan por el mundo y que no recibirán un reconocimiento de las poco versadas personas que las rodean y a quienes influencían sin saberlo.

Un cordial saludo,
Lennarth Anaya


1 comentario:

Unknown dijo...

"¿Y por qué mejor no te arrancaste un cabello tú?, ¿No ves que el árbol también siente?"
...no es una frase fina, pero sí lo suficientemente honesta para quien permea la conciencia verdadera; esa que nos obliga a luchar contra nosotros mismos, y entender la vida como la máxima expresión de respeto hacia los demás, y no como ese loop social que se vuelca indefinidamente conforme a modas, usos y costumbres generacionales.

No hacer en los demás lo que no queremos para nosotros mismos, es una lección universal que encierra mucho y no se circunscribe a ningún credo, sino a valores muy profundos.
Ahí deben de converger toda acción, pensamiento y palabra.
¿Te has planteado cuál es la diferencia entre Moral y Valores?, la respuesta es bien sencilla.

Lo siguiente de ese reproche por una hoja arrancada es gestar la conciencia de que todos nos podemos equivocar, de darle la oportunidad a cada quién de Ser, de Respetar su libre albedrío hasta el último momento.
Por muy en diametral desacuerdo que estemos con sus valores.
Te aseguro que es lo más que (en este momento) podemos/pueden dar.

"No le pidas a un sapo que de un brinco llegue a las estrellas”, me educó mi padre.

Saludos :)