La diferencia entre la mayoría de ustedes y yo es que ustedes nacieron con la disposición de aceptar que todo está bien y les deben convencer de lo contrario, por evidente que parezca.
Por mi parte, yo nací con la disposición de pensar que todo lo que hacemos es incorrecto y se me debe convencer de lo contrario, con argumentos de peso, para que adopte sus costumbres.
Es así que cuestiono todo, desde su economía, sus relaciones sociales, sus festividades, sus jerarquías, religiones y creencias en general.
Entiendo sus reglas y no soy tonto, reconozco la fuerza del número y tengo que obedecer aquellas relgas que no puedo evadir sin ser convertido en un despojo incapaz de sembrar la más mínima semilla de cambio para que sus normas y razonamientos tan primitivos y cobardes evolucionen; aunque ciertamente la mayoría de esas normas son prescindibles desde ya y no es vital seguirlas, aunque aquel que tiene la razón se convierta en el bicho raro por ello.
Lennarth Anaya
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