La brutalidad contra la inteligencia.
Hasta ahora
ha dominado la Economía del Miedo; aquella en que hay que besar la mano
de los tiranos para lograr la estabilidad; aquella que se basa en la
incertidumbre del futuro; aquella que invita a innovar sólo cuando se ha
mal gastado la mayor parte de la vida luchando por la estabilidad.
Pero
si la propaganda, en vez del terror, mostrara a las mentes ilustres, aquellas que invierten su
tiempo libre ejercitando su cuerpo y llevándolo a puntos que parecían
imposibles, aventureros que van conociendo su planeta, gente para la que innovar es un
placer y no una necesidad obligada por el hambre. ¿Seguiría teniendo la gente siquiera un horario laboral?
Lennarth Anaya
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