Inicialmente, la vi tan discreta, pero después de observarla detenidamente noté que era tan, pero tan bonita. Estaba rodeada de matorrales espinosos que se invadían el espacio entre sí. Seguí mi rumbo hacia mi destino, pero esa ruta se había convertido en la que debía tomar por algunos días, por lo que pude admirarla en muchas ocasiones, tratando de no taparle el sol, de no pisar su suelo sagrado.
En ocasiones sentí el impulso por apartar esos matorrales que la rodeaban, de arrancarla de ese lugar y llevármela conmigo, pero la vi tan feliz, tan plena, que supe que no era necesario que interviniera. En una ocasión, una lluvia muy fuerte originó algunos deslaves de lodo a su alrededor. De alguna forma pude colaborar para retirarlos sin ensuciarme. Ella parecía agradecida, pero distante, como si no quisiera que algún pequeño favor generara compromiso. Por supuesto yo no había hecho algo a cambio de otra cosa, por lo que también traté de desaparecer rápidamente.
Ocasionalmente me parecía más alegre y frondosa cuando andaba yo cerca, pero en otras ocasiones parecía tan indiferente a mi presencia, tan feliz sin mi, que una extraña mezcla de tristeza y satisfacción me invadía. Será bonita y plena, existiendo o no existiendo yo. No debía estar triste, es el egoísmo del ser humano el que me pedía significar algo para ella para sentirme pleno también. Entonces comprendí que debía ser feliz por poderla admirar y por el sólo respirar su aroma cuando pasaba junto a ella. Estaba al pendiente de algún otro deslave, pero sin invadir su existencia, veía por su bienestar de lejos, de forma sutil... sin acecharla... sin descuidarla.
Llegué a toparme con otras personas que pasaban y le mostraban su afecto y admiración. Ella parecía responderles con total entrega, nuevamente mi condición humana me hizo sentir ajeno... despreciado... superado.
Un día, la vi sola y no pude evitar acercarme, suavemente la acaricié y se me estremeció todo el cuerpo, quería que ese instante durara eternamente, pero el sol se estaba ocultando y terminé por recordar que no era mía. Como si pudiera manifestarme su estado de ánimo, me dio la impresión de que no quería que me fuera, pero pronto noté que no le afectaba tanto, fue tan confuso.
Qué arrogante es pensar que creció ahí para mí, o que podía tomarla y cambiar su destino según el mío, ¿qué tan sincero es el afecto de una persona si sólo lo ofrece esperando, al menos, un afecto igual en retribución?.
Decidí seguir siendo fuerte (al menos ante ella) y comprensivo, sin interferir para no traicionar la confianza que estoy seguro que sentía en mi, pero sin poner distancia de por medio, porque sería como haber condicionado mi amistad a cambio de ser correspondido en mis sentimientos. He de disfrutar sus triunfos aunque ellos le impliquen liberarse de mí, he de conocer el goce con dolor, y tantas otras sensaciones que un ser humano común llamaría contrarias.
Quisiera haberla podido cautivar como me cautivó ella a mí, no sé, tal vez por ahí hay alguien observándome también y disfrutando de mi compañía. Como seres humanos, tan enfrascados en nuestras obsesiones, no apreciamos nuestra sola estancia en este mundo, por estar persiguiendo y tratando de poseer todo lo que tenemos a nuestro alcance, poseyendo hasta lo más difícil, que son los hermosos paisajes, a los que cada vez causamos más daño por ese maldito afán de que todo sea nuestro.
Tauro Mx
No hay comentarios:
Publicar un comentario