domingo, 29 de junio de 2014

Sin cabida para la banalidad

Buscar una banalidad como pretexto para convivir con conocidos, o peor aún, seres queridos, es una ofensa a su existencia y a la propia; una total falta de respeto al reloj biológico que se sabemos que se consume; es decirle a alguien que no hay algo interesante en su vida ni en la propia y es mejor entretener la mente, distraerla de la realidad, fingir una más cómoda, mientras se espera a la muerte.

Repudio que la masa reconozca sínicamente que necesitan idear trivialidades qué discutir porque su situación actual es muy precaria como para aspirar a satisfacer su espíritu con cosas más complejas o que requieran mayor esfuerzo mental, emocional y/o físico.

Si se aprecia a alguien, importan sus aspiraciones, importan las mías. Se le mira a los ojos, se interpretan sus sentimientos. Evidentemente las aspiraciones podrían ser banales, pero dejaría de ser un ser querido. Quien aspira a ser mejor persona no puede permitirse la mediocridad para pasar un buen rato.

La gente más provechosa con el implacable padre tiempo se harta muy rápido de la frivolidad y desarrollan su potencial habiendo o no quien les acompañe.

Lennarth Anaya

No hay comentarios: