miércoles, 8 de agosto de 2012

Terquedad

La mayoría de las personas ceden rápidamente, notan cuán difícil es encontrar lo que quieren y prefieren adaptarse y aprender a ser felices con lo que tienen al alcance.

Los obstinados vivimos insatisfechos mucho tiempo, tanto, que se podría creer que somos infelices; yo no creo que sea felicidad la de quien se desespera y se conforma. Nos alejamos de alguien no por por sus éxitos o sus fracasos, sino por no tener mentalidad de quien se levanta y vive con autenticidad.

Los tenaces tenemos claridad en lo que es verdaderamente valioso, no despreciamos a las personas buenas que tenemos junto a nosotros, no despreciamos los atardeceres espectaculares, ni el aroma y color de las plantas, la compañía de animales de otras especies, ni una buena taza de café con amigos de verdad. A diferencia de las mayorías, que desprecian a sus parejas porque ya las sienten aseguradas, que desprecian a quién no anda llamando la atención y no demuestra poder, que aprecian lo material como lo más valioso y como medida de éxito. Que pueden ver películas mediocres y pensar que son buenas porque tuvieron buenos efectos especiales y entretuvieron sus mentes un rato... entretener una mente que no puede dar para más por falta de costumbre.

Los tercos enseñamos, tarde o temprano, cómo se debe vivir plenamente a los demás, pero quieren hacer el esfuerzo mínimo para lograrlo y que se les garantice que serán felices y populares.

Los tercos tarde o temprano obtenemos lo que anhelamos, y lo valoramos más.

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